Fu una dolorosa pérdida. No lo conocí, sólo cruzamos algunos correos, pero siempre lo sentí muy cerca porque comparto con él la fascinación por las piedras; las busco en cada lugar que visito por primera vez. Cada una tiene un nombre, una historia. Al lado de su pelícano, que Gracias a Dios pudimos adquirir antes de su muerte, tengo una del mismo material, esculpida por el mar que me la regaló, en el lugar más lejano y hermoso de su isla.
Nancy Osío de Garmendia
No hay comentarios:
Publicar un comentario