domingo, 20 de marzo de 2011

Valentin Malaver y Las Piedras

                                                                                     William Ramírez M.



En la vivienda y  taller de Valentin Malaver en Guarame, Isla de Margarita, entre los cerros Matasiete y Guayamurí, siempre corre la brisa, y se divisa el mar al final del valle que empata los dos cerros; y podemos ver  hermosas puestas del sol características de la isla, así como extraordinarios amaneceres; y vuelos de aves que inspiran al escultor cuando desbasta las piedras. Su casa- taller está habitada por esculturas a las que este creador insufla vida después de dialogar con los distintas piedras de los que están hechas: mármoles, granitos, serpentinas… Materiales que hablan, y a los que el escultor escucha, para poder crear algo mágico: auténticas obras de arte; y, también residen  poemas escritos en las paredes que lo inspiran  porque para él poesía y escultura están muy unidas:<< trabajar la palabra es como pulir la piedra >>nos dice. Mantiene guardada la faceta de poeta, la oculta, y solo quiénes llegamos hasta su casa podemos enterarnos.



Sus obras  no son artesanías porque su arte no lo hace porque pretenda hacer arte, sus creaciones son  capaces de generar magia, y de provocar preguntas. Empezó y se ha mantenido con las piedras porque era el material más cercano, más barato. <<Es un material que te pone a prueba siempre y aporta mucha riqueza a la figura,  porque  ellas hablan y hay que escucharlas, y  me permiten expresarme >>
Piensa pasar  a otros materiales clásicos: el bronce, el hierro, la madera… pero sin dejar  la piedra, “el material con mayúscula”. Su proceso ha sido inverso: en lugar de iniciarse con la madera y materiales blandos lo hizo con la piedra. Usualmente, ésta aparece en la vida del escultor cuando él  ya no le tiene miedo: << nos pone en evidencia continuamente, hay que desbastarla y quitarle lo que sobra , no puede ser de otra manera, hay que enfrentarla sin miedo, y entrar en ella. No vale acariciarla por fuera, no te permite vacilaciones. Un error, un mal cálculo, una precipitación en el trabajo te puede llevar a un error irreversible. Con ella hay que trabajar con margen, nunca puedes ir al límite de lo que tú querías, porque  te puedes equivocar y en lugar de llegar a la meta de una sola vez tienes que multiplicar el trabajo varias veces. Para que la piedra se deje domesticar tienes que ir despacio. Entonces, una vez que entras la puedes escuchar  y oír pasar el viento a través de sus calados internos >>


<<La piedra no nace o crece de cualquier manera, siempre lo hace ordenadamente. Cuando tomamos una piedra de su lugar de nacimiento, la estamos estropeando. Debemos escoger  la piedra y reordenarla transformándola en algo bello. Porque entiendo la escultura como un todo>>.  Afirma  que, por encima de la figuración  que ha  predominado en sus obras, ahora, le interesa  muchísimo más la composición, que la obra en su conjunto esté equilibrada,  siguiendo   a Picasso: “yo no busco, yo encuentro”. En la formación de la piedra la naturaleza la va estructurando geométricamente, su compactación se  basa en superposiciones geométricas de las capas y minerales que la componen. Al trabajarla  Valentin Malaver va encontrando un lenguaje ordenado y geométrico que lo llevan a crear obras como las cadenas en piedra de Cumarebo.







En las esculturas de Valentin Malaver sobresale particularmente  sus relaciones intensas con su isla: se recrea con materiales sacados de las entrañas de su tierra y sus obras tienen connotaciones profundas e innovadoras de su topografía y del mar que la circunda y de las aves que la habitan. Sus  objetos escultóricos tienen su origen en una interacción naturaleza – artista, pero su alma de poeta no le permite dejar del lado el erotismo que encuentra en ellas y que lograr transmitir al espectador cuando busca los  colores  que esconden entre los minerales que la forman, y aprovecha sus grietas y redondeces hasta encontrar la combinación con los colores que las convierten en un objeto con superficie sensual al tacto y erótico a la vista.



Valentin Malaver además de escultor y poeta tiene vocación  de geólogo, porque siempre está indagando en las rocas: sus brillos, peso, dureza, texturas y colores. Conoce donde localizar las diferentes piedras existentes en la isla de Margarita,  cuenta que muchas de sus piedras han estado por años en diferentes sitios, hasta que un día  va a buscarlas y les dice “ llegó el día” y las lleva a  habitar en su taller”, pero afirma que el gran aporte lo hace la naturaleza, él simplemente las transforma.







No hay comentarios:

Publicar un comentario